REDACCIÓN 'EL OBSERVATORIO'
La preservación de estas abejas y su nido es un descubrimiento extraordinario, ya que es la primera vez en la historia que se produce un hallazgo fosilizado de estas características. El estudio que detalla este descubrimiento ha sido publicado en la revista Papers in Palaeontology.
Carlos Neto de Carvalho, paleontólogo del Geoparque Mundial de la UNESCO Naturtejo e investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa, es el autor principal de este estudio. Carvalho ha destacado su gran importancia, ya que ofrece una oportunidad excepcional para comprender con mayor profundidad los comportamientos de anidación de las abejas y cómo han evolucionado con el tiempo.
Para hacernos una idea, hace tres milenios, los faraones comenzaban a reinar en el Antigüo Egipto; Los últimos mamuts de Siberia comienzan a extinguirse; Salomón sucedía al rey David en el trono de Israel; y el territorio que ocupa Portugal, las tribus neolíticas enfilaban la Edad del Bronce.
Hay que tener muy en cuenta la contribución de las abejas para la naturaleza y para el propio ser humano. Dicen que sin ellas se haría muy difícil la vida en la tierra, y no le falta razón. De entre las 100 especies de cultivos que proporcionan el 90 % de los alimentos a nivel global, estos insectos son responsables de la polinización de más del 70 % de ellos. Además, desempeñan un papel crucial en la polinización de más de 25.000 especies de plantas con flores. Sin la contribución de las abejas, la agricultura y nuestra raza sufrirían un duro golpe.
El descubrimiento del milenario nido tuvo lugar en unas formaciones rocosas que se originaron hace aproximadamente 3.000 años, entre Vila Nova de Milfontes y Odeceixe, en la costa de Odemira. La comunidad científica sigue sorprendida por cómo los capullos han permanecido durante tanto tiempo intactos y sellados, manteniendo su forma original.
De hecho, los investigadores las han categorizado con total certeza a la especie de abejas conocidas como Eucerini, muy características por sus antenas notablemente alargadas. Además, estos especímenes contenían rastros de polen procedente de una planta Brassicaceae -el brócoli, el repollo, la coliflor y las coles de Bruselas, pertenecen a esta familia-. Una información que ha proporcionado datos muy valiosos sobre las preferencias dietéticas de estos insectos del pasado.
Estas abejas seguían una estrategia de anidación consistente en poner sus huevos dentro de nidos subterráneos. Con el tiempo, las crías de estas abejas se metamorfosearían en capullos durante su desarrollo, madurando finalmente en abejas adultas y emergiendo de la tierra. Sin embargo, las abejas descubiertas en este caso nunca alcanzaron esta etapa final de emergencia.