REDACCIÓN 'EL OBSERVATORIO'
Para comenzar, decir que los agujeros de gusano o ‘puentes de Einstein-Rosen’ (llamados así por los físicos Albert Einstein y Nathan Rosen) sólo existen sobre el papel. Aún no tenemos la certeza de que se den realmente en el universo, pues no nos hemos topado con ninguno de ellos. Para la física cuántica, las grandes masas cósmicas como las estrellas, son capaces de distorsionar el espacio-tiempo en torno a ellas, dando lugar a 'túneles' que son capaces de conectar un punto con otro de la galaxia en un santiamén. Aunque se encuentre a cientos de miles de de años luz. Y no olvidemos que un solo año luz son más de 9 billones de kilómetros.
Una forma de imaginar los agujeros de gusano, tal y como explican en la película Interestelar (2014), del director Christopher Nolan, es tomar una hoja de papel y dibujar dos puntos distantes en un lado y en otro de este. La hoja de papel representa un plano en el espacio-tiempo continuo, y los dos puntos representan una distancia a recorrer; sin embargo, teóricamente, un agujero de gusano podría conectar estos 2 puntos doblando ese plano (es decir, doblando y plegando el papel) para que ambos se toquen. De esta forma sería mucho más fácil recorrer cualquier distancia ya que los dos puntos ahora se tocan.
Pero en el caso que nos ocupa estaríamos ante la hipotética posibilidad de que existieran otro tipo de agujeros de gusano, con forma de anillo y no de túnel, que permitirían viajar al pasado. Sería una variante totalmente plana de este fenómeno, con menos materia entre sus entradas, lo que lo haría menos peligrosa de atravesar que los ya conocidos.
Un nuevo estudio físico-cuántico publicado en la revista Physical Review D, llevado a cabo por los investigadores Valeri Frolov y Andrei Zelnikov, de la Universidad de Alberta, en Canadá; y Pavel Krtouš, de la Universidad Carolina, en Praga, afirma que estos 'anillos de gusano' son potenciales máquinas del tiempo.
Tal y como explican en El Confidencial, este estudio demuestra que un viaje atrás en el tiempo se conseguiría si la entrada al anillo se situara en un campo gravitatorio superior al de la salida, quedando una de las partes cerca de mucha materia y la otra no. Sólo en este caso, y debido a un efecto de la relatividad general conocido como la 'dilatación gravitacional del tiempo', los dos lados del agujero experimentarían el paso del tiempo a un ritmo diferente. "Matemáticamente, puedes ir al pasado y que tu yo más viejo y tu yo más joven se encuentren (...) Hay muchos problemas de paradojas lógicas, pero matemáticamente no hay contradicciones", ha explicado Andrei Zelnikov a New Scientist.
Aunque también hay un grandísimo 'pero': muchas investigaciones sostienen que si los viajes al pasado se llegaran a hacer realidad, la cuestión no sería ir, sino volver. Estaríamos hablando de que la física cuántica destruiría ese portal multiverso en poco tiempo, y ahora habría que 'buscar' o 'hacer' uno nuevo en la otra realidad en la que apareciéramos. Desde luego, algo muy complicado si nos marchamos al Jurásico.